Las consecuencias de no optar por una tapa hermética en un hotel

«Todo por no optar por una tapa hermética…»

¿Qué sucedió con las tapas de este hotel?

La semana pasada recibimos la llamada de un técnico de una empresa instaladora que quería que le aconsejáramos sobre la instalación de tapas de arqueta. Tenía que presupuestar una reforma en un hotel.

No diremos de qué establecimiento se trata, pero para poder entender lo delicado de la situación, diremos que pertenece a una famosa cadena española que se caracteriza por ofrecer un servicio diferenciado acompañado de una cuidada oferta gastronómica basada en el producto local. Quien más quien menos, todos hemos deseado pasar un fin de semana en alguno de sus alojamientos.

El hotel que nos ocupa tiene muchas estrellas, se encuentra junto a la costa y tiene unas excelentes vistas al mar. Cuenta con varias decenas de habitaciones decoradas en un moderno estilo minimalista y con elementos de alta calidad. Además, es nuevo. El tiempo que ha transcurrido desde su apertura aún se puede contar en meses. Está plagado de atractivos.

Por la propia estructura del edificio y la orografía del lugar, la red de saneamiento, que es enterrada, cruza todas y cada una de las habitaciones. Las aguas negras que se generan en el aseo se vierten a esa red. Como es lógico, en cada habitación hay una arqueta que conecta los sanitarios con la evacuación del edificio. La tapa que la cierra es una de las convencionales, de plástico. Para no estropear la decoración, se cubrió con el parqué, sin dejar un registro que indicara su ubicación.

Lo barato sale caro

No es extraño encontrar este tipo de soluciones. Para evitar que salgan malos olores se cubre la arqueta con el pavimento, lo que puede ser buena idea hasta que es necesario acceder a ella, momento en que no queda más remedio que romper el suelo, con las molestias que acarrea dicha obra y los casi inevitables daños estéticos, ya que, si no falta material, lo que ocurre casi siempre, el paso del tiempo habrá provocado variaciones de tonalidad, por lo que el parche salta a la vista.

Y esa solución que, en términos generales, podríamos calificar de mala pero comprensible, en este caso se convierte en garrafal, ya que el parqué es un material poroso y no evita la salida de los malos olores. Con lo cual, tenemos un hotel de lujo en cuyas habitaciones huele a cloaca. Hay un par de habitaciones con tal hedor que nunca se han podido poner a la venta. Los problemas saltan a la vista.

En este caso, lo ideal habría sido cerrar esa arqueta con una tapa hermética. Las tapas estancas se emplean para evitar la salida de malos olores y las inundaciones por reflujos y riadas. En Maco las fabricamos desde 1977. Fuimos pioneros y somos especialistas. En nuestro catálogo hay tapas rellenables que se integran perfectamente en el pavimento, ofreciendo una buena solución estética. Con nuestras tapas la arqueta, está localizada, accesible y herméticamente cerrada.

En nuestro día a día nos encontramos con que al saneamiento del edificio se la da muy poca importancia. Tal vez sea porque va enterrado y en consecuencia es invisible; porque lo que transporta es molesto y desagradable; o tal vez, porque se confía en exceso en que la ley de la gravedad hará ella sola su trabajo. Lo cierto es que diseñar y ejecutar una buena red de saneamiento no cuesta más que una mala, pero cuando ya se ha terminado de construir el edificio los errores no se pueden corregir. Nos olvidamos de que la red de saneamiento es el equivalente a nuestro sistema digestivo y todos sabemos lo molestos que pueden llegar a ser unos ardores o lo grave que es un cáncer.

La solución se encuentra en no pensar únicamente en el corto plazo

En ocasiones se puede aducir ignorancia. No en esta ocasión. Cuando se estaba construyendo el hotel, valoraron instalar la tapa hermética, pero las rechazaron porque eran caras. No sé qué opinará la propiedad al respecto. Tiene un inmueble por el que podría cobrar varios cientos de euros cada pernoctación, como es habitual en la cadena, pero en estas circunstancias se ve obligada a cobrar poco más de medio centenar. La pérdida de ingresos es evidente, pero es que, en una sola noche, el sobrecoste de la tapa estanca se habría amortizado. Y a esto hay que añadir los comentarios en las redes sociales de los clientes sobre el mal olor presente en todo hotel, que resultan difíciles de justificar y ahuyentan a futuros huéspedes.